"El abuso sexual infantil "
 

El choque de sentimientos hacia el agresor
 


Por: Dr. Salvador Cárdenas

Un niño de 5 años o más que conoce y aprecia a su agresor, se siente atrapado entre el afecto y la lealtad que siente hacia esa persona, y la sensación de que las actividades sexuales son terriblemente malas.

Es decir, empieza a haber una serie de contradicciones en los sentimientos y pensamientos de esa pequeña criatura: por un lado está el amor, el sentimiento que tiene hacia esa persona querida, y por otro lado está esa situación y sensación de que las actividades sexuales son terriblemente malas.

Todo esto son una serie de contradicciones muy malas e inadecuadas que empiezan a desarrollarse en el interior de los pequeños. Si el niño trata de romper con las relaciones sexuales, el que los abusa puede amenazarlos mediante la violencia o negándole su afecto.

Vemos entonces cómo el niño en todos los sentidos es víctima en una relación de ese tipo. Un niño es una persona totalmente desprotegida ante un adulto, un niño de 4 a 8 años obviamente tiene todas las de perder en una relación de completa desventaja con una persona de 20 a 50 años.

De esta manera, el niño no solamente es abusado sexualmente y afectado físicamente, sino que estamos viendo cómo la mente de ese niño, cómo su desarrollo psicológico se ve gravemente afectado.

Imagínese usted cómo esa persona que quizás debe de ser una persona amada por el niño o protectora para el niño, y abusa sexualmente de él o ella y después le amenaza verbalmente de hacerle algo, o dañar a sus padres, o por otro lado decirles: “si tú dices algo yo ya no te hablo más”; y entonces el niño empieza a desarrollar una gran angustia.

Todo eso es una forma de delincuencia gravísima porque se está atentando contra una personita que no tiene manera de defenderse.

Cuando los abusos sexuales ocurren en la familia, el niño puede tenerle miedo a la ira, a los celos o vergüenza de otros miembros de la familia, o quizás puede temer que la familia se desintegre si se descubre el secreto.

Por todos lados el niño es víctima: sexual y emocionalmente hablando, y en cierto sentido se convierte como un rehén para la estabilidad familiar: “si yo hablo, si yo digo o acuso, quizás la familia se desintegre”. “Quizás la familia se vaya a avergonzar de mí, mi papá o mi mamá…” y todo esto es la triste realidad que viven miles de niños cada año en nuestra sociedad.

La pérdida de autoestima y la
perspectiva anormal del sexo
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