Por: Dr. Octavio Maldonado

Dios mismo defiende y promueve el matrimonio; el que usted tenga a una persona cerca tiene un altísimo propósito.

El ser humano es un ser de relación, es decir, necesita relacionarse con otro. Le es necesario tanto amar, como ser amado. Una persona que no cumple con estas dos características primordiales tiene un gran faltante en su vida.

Si la persona no está amando o no está siendo amada muy probablemente está viviendo un tiempo de infelicidad, no está completamente llena porque el corazón del hombre es tan grande y está tan necesitado de amor, que sabemos que tiene que dar y también recibir para vivir una vida feliz; eso es lo que se busca a través del matrimonio: que una persona tenga cerca a alguien para poder relacionarse.

El matrimonio es el diseño ideal para ser compañeros y ayudarse mutuamente a través del amor.

El hombre y la mujer se complementan

En el matrimonio el hombre y la mujer se complementan. Esto es porque el hombre y la mujer somos diferentes.

Esta idea choca mucho con lo que se dice actualmente: que el hombre y la mujer son iguales . Sí somos iguales en un sentido de la palabra pero tanto física, emocional, como en sensibilidad, en forma sentimental y aún en la forma de tomar decisiones, el hombre y la mujer son distintos.

Somos distintos los hombres de las mujeres; y no es que uno sea mejor que otro, sino que son seres diferentes y por eso se complementan.

En este compromiso que existe entre las dos personas, en este acercamiento para tener una relación con otra persona, para amar y ser amado, es donde el hombre y la mujer encuentran la felicidad: en el matrimonio.

Es importante entender que esta complementación entre el hombre y la mujer no es ni distingue a uno como superior del otro, sino simplemente se reconoce que existen diferencias constitucionales entre el hombre y la mujer.