Factores que desencadenan la depresión infantil

A través de nuestro correo electrónico nos han llegado muchas inquietudes de padres de familia que ven que sus hijos son tristes, que ven que sus hijos están deprimidos; posteriormente en esa correspondencia que tenemos, nos damos cuenta que los padres de familia tienen problemas en su matrimonio, se andan peleando, inclusive hay amenazas de divorcio y todo esto contribuye a que el niño esté deprimido, triste y no se sienta emocionalmente estable sino afectado por todo esto.

El niño no es un robot o un ser suprahumano, no es un ser hecho de fierro, por sus venas no circula aceite, sino sangre; siente, es afectado por las circunstancias que le rodean y cuando los padres tienen problemas, pleitos y lo hacen delante de los niños, necesariamente esto va a repercutir en la estabilidad emocional del niño y los puede llevar como factor desencadenante a un estado de depresión.

La libertad o restricción de los padres hacia los hijos. Otro factor desencadenante puede ser el papel que los padres juegan acerca de la libertad o restricción de sus propios hijos.

Este es un factor muy importante que quizás afecte particularmente a niños de mayor edad como de 7 a 10 años. Hay papás que mantienen su relación únicamente en base a prohibiciones: “no toques”, “no hagas”, “no comas”, “no hagas nada”.

Cuando esto pasa, el niño en muchas ocasiones no puede ni moverse con libertad porque puede ser regañado por el padre y esto ocasiona un estado de estrés y angustia en el pequeño muchacho quien como cualquier niño de su edad, quiere experimentar, tocar, saber, jugar, brincar, gritar, etc., ¡quiere hacer muchas cosas!

Pero si los padres de familia son represivos y les prohíben bastantes cosas que a esa edad al niño le corresponden hacer, esta es entonces una forma de llevar al niño a un estado depresivo.

Hay etapas diferentes en el desarrollo de cualquier ser humano. Una persona anciana tiene ciertas cosas que le gustan hacer y ciertas cosas que no le gustan hacer; una persona madura de 40 años tiene ciertas prioridades en su vida; un joven de 20 años también.

 

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